Durante 2022, hemos escrito artículos sobre la UX y la UI, dos conceptos que se han vuelto vitales en el mundo de la programación web y de aplicaciones porque ayudan a entender cómo funciona nuestro target: lo que le gusta, lo que no le gusta, lo que entiende y lo que no… A pesar de ello, todavía se confunden entre ellos dentro de las empresas, lo que imposibilita el poder aprovechar ambos al máximo.
Por eso, te vamos a ayudar a entender qué son cada uno de ellos, cómo se diferencian y cómo puedes integrarlas dentro de tus estrategias de trabajo para conseguir los mejores resultados posibles.
La User Experience, tal y como la conocemos, reúne varios conceptos alrededor de una aplicación/dispositivo. Incluye factores físicos como la accesibilidad, los diseños visuales y los tiempos de carga o ideas más abstractas como la familiaridad, la estética y la satisfacción.
El propósito final cuando se dedican recursos a la UX es crear una experiencia para nuestros usuarios que sea accesible, sencilla y que le ayude a conseguir sus objetivos con relación al uso de nuestro producto. De otra manera, nuestro cliente, potencial o no, buscará en la competencia un producto que le sea más útil.
Comúnmente, se emplean 4 pilares fundamentales para clasificar una UX como óptima:
¿Cómo evitar tener una experiencia mala o negativa de cara al público? La clave reside en testear, testear y testear. Ponte en el lugar de tu target y explora todas las posibilidades que un usuario querrá explorar. Prueba todos esos escenarios para asegurar que no existe ningún problema, y subsana más adelante los que aparecen durante el despliegue.
Si la experiencia de usuario es la suma de todos los procesos enfocados a optimizar el uso de un producto para que sea útil, sencillo y agradable para los usuarios, la interfaz de usuario es su complemento estético. La UI (User Interface) agrupa aspectos como la apariencia de la aplicación, su presentación durante el uso y el nivel de interactividad que podemos integrar, entre otros.
La motivación tras una estrategia de diseño de UI debe ser crear una guía visual a través de la interfaz de un producto. Todos los componentes visuales deben ser consistentes, coherentes y agradables a la vista.
Mientras que la UX, como hemos dicho antes, agrupa conceptos físicos y abstractos, la UI es puramente digital; todos los elementos que pertenecen a ella (botones, tipografía, imágenes, …) quedan estrictamente dentro de las herramientas y la aplicación misma. Si esos mismos elementos generan alguna reacción o emoción en nuestro usuario, se considera parte de la UX.
En este punto, es interesante destacar que existen algunas herramientas que unen todos estos servicios de diseño UX/UI, como FIGMA, que nos ofrece todas las herramientas necesarias para diseñar un proyecto, crear prototipos y facilita el despliegue o «Hand-off» de diseño y desarrollo.
Resumiendo los dos puntos anteriores, nuestra interfaz de usuario será el medio a través del cual el usuario interacciona con la aplicación. Por tanto, es un factor muy importante a la hora de definir la experiencia que tendrá nuestro target. En cualquier caso, forma (o debería formar) parte de cualquier estrategia de diseño de UX. Para dar más contexto, vamos a comentar las dos diferencias más destacables entre ambos términos.
Volviendo a lo que hemos comentado al definir la UI, ese término solo se puede aplicar a las interfaces visuales en una web o aplicación: no hay pantalla, no hay UI. No podemos decir lo mismo de la UX, ya que las sensaciones de los usuarios suelen ir más allá de la pantalla. De hecho, una gran estrategia de UX suele ser eliminar todas las pantallas posibles entre el punto inicial y final del proceso.
El papel de la UX es, finalmente, hacer que la interfaz visual ayude todo lo posible al propósito que quiere cumplir el usuario con nuestro producto.
La UI hace la navegación comprensible y las acciones sencillas de realizar. Puedes tener la interfaz más accesible de todo el mercado, pero si el usuario no consigue realizar lo que necesita o no consigue una buena impresión mientras lo hace no servirá para nada.
Como no podía ser de otra manera, la clave más importante de las dos estrategias que estamos observando es el hecho de que se complementan. Por eso, si quieres tener buenos resultados en tus estrategias relacionadas con tus productos, debes aplicarlas de manera conjunta. Debes estudiar tu UX partiendo desde la UI y debes basar tu UI en la UX que quieres que tus usuarios tengan.
Las tres ventajas más destacables son:
Una interfaz calculada desde una estrategia fuerte de UI, junto a profundo conocimiento de tu target gracias a la inversión en la UX, te permiten generar un producto con mucho más valor, lo que anima a usarla todo lo posible, generando un nivel consistente de tráfico
Una de las métricas más empleadas para medir el éxito de una web o aplicación de cara al éxito entre los usuarios es el tiempo de retención: el tiempo que el usuario pasa navegando dentro de nuestro servicio.
Emparejando una UX sólida con una UI agradable, las posibilidades de retener y mantener a un usuario satisfecho con el producto aumentan considerablemente. Además, puede ayudar a generar aún más tráfico gracias a las recomendaciones a terceros de los usuarios más satisfechos.
Si los usuarios pueden ver que tu empresa se preocupa por entregar una experiencia completa y entretenida dentro de sus canales digitales, confiarán más en ti y fortalecerán su relación contigo.
Vivimos en un mundo donde todos compartimos con todos, y eso incluye las malas y buenas experiencias con nuestras gestiones. Si un usuario ha tenido problemas para cerrar una operación en tu servicio, lo comentará. Al mismo tiempo, si ese mismo usuario ha podido realizar la operación de manera más sencilla, quizá se la recomiende a alguien.
De una manera u otra, tu público potencial hablará sobre tu marca (incluso si no usan tu solución). Por eso es importante mantener un buen trabajo de manera constante en tu UX y UI, porque determinará cuáles serán los comentarios más numerosos y visibles.
En todas las profesiones, y especialmente en el mundo en el que vivimos actualmente, nuestras habilidades (incluso aquellas fuera de nuestra área principal de trabajo) pueden convertirse en una ventaja clave frente a la competencia y los retos que pueden aparecer por el camino.